Se
caracterizan por poseer un par de antenas delgadas y articuladas, élitros y un
protórax modificado de forma que casi cubre la cabeza. En la mayoría de las
especies es muy notorio el dimorfismo sexual: mientras los machos alcanzan un
desarrollo completo similar al de otros coleópteros, las hembras conservan un
aspecto larvario, con élitros reducidos a escamas y se parecen más a
cochinillas que a escarabajos, con patas rechonchas y sin alas, no pudiendo así
volar
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